Por Ignacio Verón. Coordinador académico del Programa para el Fortalecimiento de la Función Pública en América Latina.
En el ensayo “Verdad y Política”, Hannah Arendt hace referencia a la “imparcialidad Homérica” en referencia a esa sensata búsqueda de la verdad objetiva frente a los vaivenes de la política y sus cotidianas adaptaciones coyunturales. En él, la autora resalta las bondades de la justicia y los beneficios de la imparcialidad para el ejercicio de lo público, afirmando que se puede remontar al momento en que Homero decidió cantar las hazañas de los troyanos tanto como las de los aqueos, y exaltar la gloria de Héctor, el enemigo derrotado, tanto como la gloria de Aquiles, el héroe del pueblo al que el poeta pertenecía. Eso no había ocurrido antes; ninguna otra civilización, por muy espléndida que hubiera sido, fue capaz de mirar con los mismos ojos a amigos y enemigos, a la victoria y a la derrota (Arendt, 1975).
Sírvanos el párrafo introductorio para recordar, una vez más, la necesidad urgente de magnanimidad en lo público. Precisamos de ejemplos concretos de personas que aspiren a la grandeza indiscutible, aquella que proviene de la nobleza que albergan los actos del bien común. Es Cincinato[1] regresando a sus labores de hacienda junto al río Tíber tras restablecer la paz en Roma, es, salvando las distancias, el General George Washington renunciando a su Comisión tras el deber cumplido o limitándose en el ejercicio del poder por voluntad propia tras declinar un tercer mandato como presidente de los Estados Unidos, por tan solo mencionar algunos ejemplos.
[1] Obra Museo del Prado: “Cincinato abandona el arado para dictar leyes a Roma”
Gestionar la res pública, y hacerlo bien, es una tarea heroica, capaz de trascender los vicios del poder y los peligros de los egos exaltados, para que todo aquello no nuble la belleza, la alegría y la compasión de servir, con otros, a una causa buena, verdadera y justa. Ya lo menciona Aristóteles en “La Política”: “no tener nada en común es evidentemente imposible, pues el régimen de una ciudad es una especie de comunidad, y ante todo, es necesario tener en común el lugar.”
América Latina necesita, hoy más que nunca, de sus mejores ciudadanos para hacer realidad la esperanza de que es posible un porvenir mejor. La región ha sido la más vulnerable del mundo en relación a los efectos de la Pandemia: representando el 8% de la población mundial ha tenido el 20% de los contagios y cerca del 30% de los fallecidos. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) sostiene en su último informe que en la región hay un total de 201 millones de pobres (casi el equivalente de la población de Brasil), augurando un retroceso de 30 años en sus previsiones de crecimiento. Los problemas estructurales con los que convive Latinoamérica en materia de educación, salud, economía, derechos humanos, seguridad, corrupción, acceso a la vivienda o discriminación, conocidos y debatidos en los más diversos foros institucionales y académicos, vieron agravados sus indicadores tras la crisis global que ha provocado la COVID-19. Como consecuencia directa de aquello, el Coeficiente de Gini aumentó en 0,7 puntos porcentuales para el promedio regional entre 2019 y 2020.
En esa línea, el informe del Latinobarómetro habla de un estado de “crisis permanente” en la región, casi una “condición”. El riesgo que corren las instituciones, la erosión de los valores democráticos, los cuales registraron en 2020 tan solo un 49% de apoyo, así como la falta de soluciones duraderas por parte de los gobiernos, tornan urgente la necesidad de un servicio público capaz de dar respuestas efectivas e innovadoras a partes iguales.
Desde la Fundación Botín llevamos 13 años trabajando por propiciar un cambio en la región a través de nuestro “Programa para el Fortalecimiento de la Función Pública en América Latina”, una iniciativa pionera que busca lograr que más de los mejores se dediquen a lo público a través de tres valores fundamentales: integridad, proactividad y vocación de servicio. Entendiendo que tan grandes desafíos solo pueden hacerse frente en comunidad, creó una red de egresados altamente cualificada que cuenta ya con 410 Alumni que, tras vivir esta experiencia formativa de siete semanas, retornan a sus países para poner lo aprendido al servicio de lo público.
«América Latina necesita, hoy más que nunca, de sus mejores ciudadanos para hacer realidad la esperanza de que es posible un porvenir mejor»
Sabemos que, por cada dato que visualiza lo complejo de la realidad que se vive en la región, la Fundación Botín está impulsando, desde hace más de una década, la formación de futuros servidores públicos de excelencia, aquellos que cuentan con la capacidad de trabajar en función del bienestar general y hacerlo con integridad. Estamos transformando “metros cuadrados” del servicio público latinoamericano en el convencimiento de que, allí donde haya un servidor público egresado del Programa, están los principios y valores del mismo, un compromiso indeclinable con la formación permanente, la persecución del bien común, el respeto a la diversidad y una red de apoyo y acompañamiento constante.
Entre los Alumni egresados del programa hay una gran diversidad de cargos que van desde concejales, alcaldes, diputados o miembros del Cuerpo Diplomático a asesores de organismos internacionales tales como Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos (OEA), el Banco Mundial, La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entre otras organizaciones públicas, sociales y del Tercer Sector en la que ya están presentes.
Somos conscientes de lo empinado, o si se quiere, casi intransitable que por momentos se torna el sendero del mejoramiento de lo público. Pero, ¿qué hazaña de la humanidad no exigió “hacer camino” frente a la infructuosidad que ofrecían los ya existentes? En palabras de Cervantes:
“Como no estás experimentado en las cosas del mundo, todas las cosas que tienen algo de dificultad te parecen imposibles. Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.”
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