SEPTIEMBRE. Vuelta al cole. ¿Y ahora qué?

Por Adriana Yépez De Dominicis. Directora del área de Educación de la Fundación Botín.

Empieza septiembre con olor a nuevo: los grandes propósitos en la mochila, la mente llena de todos esos sueños que queremos conseguir y unas ganas enormes de darles vida… También aparecen los nervios del primer día, la incertidumbre de quiénes serán mis compañeros, ¿qué alumnos me tocarán?, ¿cómo serán las familias?, ¿qué clase tendré?, ¿estaré preparado?

Volvemos de un verano que nos desconecta, donde los horarios se pierden, los deberes desaparecen o se transforman, las prisas se diluyen y las preocupaciones del currículo se sumergen en el mar, la montaña, el campo o en un paseo por la ciudad… los ritmos son otros. Un paréntesis en nuestra velocidad habitual, un regalo de tiempo para invertir en lo importante, en aquello a lo que no llegamos durante el curso.

Volvemos vestidos de momentos, sabores, lugares que nos han oxigenado; risas, llantos, peleas, sorpresas y el cansancio de los días largos. Todo ello unido a unas ganas enormes de que las vacaciones no se acaben nunca.

Y, ahora ¿cómo retomar el nuevo curso si parece que todo se me ha olvidado? Septiembre es un volcán de emociones, pero también el inicio del camino que nos enfoca, que nos lleva a la esencia con sus preguntas habituales: por qué estoy aquí y qué me gustaría conseguir en cada uno de mis alumnos; qué quiero que aprendan, qué pretendo que descubran, cómo quiero conseguirlo y qué deseo que se lleven en la mochila cuando acabe este nuevo curso que aún está por comenzar.

El maestro es esa persona que tiene la capacidad (y el privilegio) de tocar más vidas en un año, de dejar huella, de transformar realidades, de generar vínculos que sirven de anclas, de alimentar confianzas y hacer que muchos crezcan en seguridades que les ayuden a dejar un mundo mejor.

Desde el programa Educación Responsable de la Fundación Botín llevamos más de 15 años trabajando en la educación emocional, social y de la creatividad a través de recursos educativos para trabajar en el aula y un plan de formación continuada para los docentes, con acompañamiento personalizado a la realidad de cada lugar.

Contamos con la mayor Red de Centros Educativos que persiguen el mismo fin; en este nuevo curso serán ya cerca de 800 los centros que la integran, entre España y América, con más de 30 instituciones colaboradoras que hacen posible el programa en cada localidad.

Gracias a la evaluación psicológica que se ha realizado desde el inicio del programa, hemos podido comprobar cómo mejoran las habilidades de comprensión emocional en los alumnos, disminuyen los niveles de ansiedad, se perfeccionan las habilidades de relación y los índices de creatividad, disminuye la violencia entre los alumnos y aumentan las conductas prosociales. Todo ello, favorece de forma directa la generación de un buen clima de convivencia que contribuye el aprendizaje y a generar sensación de bienestar entre profesores y alumnos.

Desde esta experiencia, desde la Fundación Botín queremos compartir con vosotros algunas recomendaciones para comenzar con buen pie este nuevo curso:

  1. Practicar el Teachfulness implica dedicar tiempo al cuidado docente, a la figura del profesor; que se sienta nutrido para ayudar a crecer en la misma dimensión a sus alumnos. Nuestro amigo Xosé Manuel Domínguez Prieto, maestro, filósofo y antropólogo, lo explica muy bien cuando afirma que: la educación también concierne a la promoción integral de la persona del profesor, porque la educación es iluminación, es transmisión de corazón a corazón, como ocurre cuando vibra una cuerda que no he pulsado por simpatía con otra que vibra en la misma longitud de onda. Sólo si el educador crece, hace crecer. Sólo ilumino como educador si yo mismo me apasiono con aquello que transmito. Uno de los puntos clave en los que se juega la calidad de la educación es en la plenitud de la persona del profesor. Justo de esto se ocupa el teachfulnes. Por eso, todo programa educativo debe estar basado en el cuidado al docente y en su crecimiento personal en la propia tarea docente, sabiendo que sólo si el docente también vive un proceso de beinfulness es posible que haga vibrar a sus alumnos.
  2. Dedicar tiempo a conocer, descubrir a cada uno de tus alumnos y promover que se conozcan entre ellos. Generar vínculos que sirvan de base para poder construir sobre ello, para promover aprendizajes y fomentar experiencias. Cuando dedicamos tiempo a conocernos, todo parece más fácil y nos sentimos más cómodos en clase. Tan sólo tenemos que generar momentos sencillos, aquellos en que le robamos unos minutos al temario para lanzar preguntas al aire: ¿cuál es tu plato de comida preferida?, ¿tu juguete favorito de la infancia?, ¿qué canción oirías sin parar?, ¿con qué cuento dormirías a tus hijos…? y ¿con qué emociones relaciones cada uno de ellos?… en todas ellas no hay respuestas buenas o malas, pero nos ayudan –y mucho!- a descubrirles y a descubrirnos en espacios donde todos tenemos algo que decir y nos sentimos a gusto hablando de ello.  
  3. Hay que promover un clima de convivencia para que todos se sientan en un espacio de respeto y confianza. Hay que cultivar las habilidades de relación entre ellos, desde los ¡buenos días!, por favor, gracias y perdón… hasta la autoafirmación para compartir nuestras ideas o las habilidades de oposición asertiva para saber decir que sí -o que no- sin caer en la presión social. También es importante la habilidad de ponerse en el lugar del otro: ¿cómo está?, ¿cómo se siente?, ¿cómo puedo ayudarle?. Para todo ello necesitamos fomentar la escucha activa, que a veces es incompatible con los ritmos que llevamos, y pasa por hacer ejercicios donde un compañero hable durante 5 minutos y el otro solo pueda escucharle, sin decir nada más, solo asentir y mirarle con máxima atención.
  4. Para nosotros el arte es un aliado extraordinario que puede acompañarte durante todo el curso. Ayuda a promover el desarrollo emocional, social y de la creatividad, que es el objetivo que persigue nuestro programa Educación Responsable. Dentro de ER tenemos varios recursos vinculados con las artes: la literatura desde diferentes narrativas, las artes plásticas, la música… y, cada año, descubrimos la potencia que tiene en los centros educativos cuando se abren espacios para crear juntos… se ponen tantas habilidades en juego que favorecen el incremento de la creatividad, la comprensión emocional y las habilidades de relación, así como logran disminuir las conductas violentas y los niveles de ansiedad (Informes de evaluación psicológica 2011, 2018).
  5. Es muy importante involucrar a las familias. Sabemos que para que la onda expansiva de lo que ocurre en clase sea mayor, los necesitamos remando en la misma dirección. Las familias también empiezan un curso lleno de incertidumbres y con el deseo de que el resultado sea extraordinario; si les involucramos, seguro que darán lo mejor de sí mismos en favor de sus hijos. Es importante que, para ello, dejemos de lado los prejuicios y nos sintamos parte de un mismo equipo, sin cuestionamientos, para que las defensas desaparezcan y cada uno poniendo lo mejor de sí mismo.

Tenemos por delante un curso apasionante, una grandísima oportunidad para construir a favor de la educación que queremos. Cualquier ciclo nuevo que comienza debe invitarnos a pararnos y pensar en el sentido que tiene lo que hacemos. El comienzo de las clases es un momento inmejorable para repensar sobre cuál es el sentido último de nuestro trabajo como profesores. Cada nuevo grupo de alumnos que se sientan en una clase en septiembre nos recuerdan que enseñar a niños y jóvenes es una de las mejores formas de hacer de este mundo un lugar mejor; tenemos la oportunidad de cambiar vidas, dejar huellas y descubrir a otros la belleza de aprender y crecer como personas, juntos en comunidad.

Regálale una sonrisa a septiembre.

¡Feliz curso 2023/2024!



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