La importancia de fomentar la regulación emocional en la infancia y la adolescencia

El cerebro humano está diseñado para aprender mejor cuando las experiencias se viven con emoción y de manera creativa. Desde pequeños, las personas aprenden y recuerdan más fácilmente cuando los conceptos se presentan de forma interesante y atractiva, vinculando lo que aprenden a situaciones que despiertan su curiosidad y sus emociones. Esto se debe a que la creatividad, cuando se combina con el aprendizaje, facilita que el cerebro procese la información de una forma más profunda y significativa. En otras palabras, los niños no solo memorizan conceptos, sino que los comprenden y los hacen suyos.

La creatividad, además, se convierte en una gran aliada de la educación al permitir a los niños y adolescentes expresar y manejar sus emociones, lo cual les ayuda a estar más abiertos a explorar y aprender. Aquí es donde entra en juego la regulación emocional, una habilidad que permite a los niños y adolescentes identificar sus emociones, entenderlas y manejarlas de forma positiva. Con esta habilidad, no solo logran mantener la calma o superar la frustración en situaciones difíciles, sino que también encuentran en sus emociones una fuente de inspiración y de ideas nuevas.

La importancia de la regulación en el desarrollo creativo

De la misma manera, desarrollar una buena regulación emocional da lugar a una serie de beneficios que ayudan a los niños a enfrentar desafíos, aprender de sus emociones y explorar su creatividad de manera plena y positiva. Entre ellos, destacan:

  1. Fomento de la resiliencia: la capacidad para afrontar fracasos y retos sin desmoronarse es crucial en el proceso creativo. La identificación, expresión y regulación emocional ayuda a los estudiantes a gestionar la frustración y otras emociones desagradables, un aspecto fundamental para seguir intentando y explorando nuevas ideas​.
  • Estimulación de la autonomía: los niños y adolescentes que practican la regulación emocional son más capaces de tomar decisiones autónomas y explorar sus propios intereses, elementos esenciales para el pensamiento creativo​.
  • Mayor capacidad de atención y concentración: la regulación emocional ayuda a los estudiantes a enfocar sus energías en una tarea específica, lo cual resulta vital para los proyectos creativos que requieren concentración sostenida​.
  • Mejora de la interacción social: los procesos creativos muchas veces son colaborativos. La regulación emocional fomenta la empatía y las habilidades sociales necesarias para trabajar en equipo, intercambiar ideas y construir sobre las aportaciones de otros​.

¿Cómo integrar la regulación emocional en los programas educativos?

La incorporación de la regulación emocional en el currículo escolar debe ser un objetivo fundamental en la educación infantil y primaria. Existen estrategias y programas específicos que promueven esta habilidad, los cuales permiten a los niños identificar, expresar y gestionar sus emociones de manera positiva y adaptativa, propiciando un entorno de aprendizaje que fortalece la creatividad. Algunos métodos incluyen:

  1. Utilización de recursos artísticos: la expresión artística permite a los estudiantes canalizar sus emociones y pensamientos en formas creativas, lo cual fortalece tanto su inteligencia emocional como su creatividad. La música, la pintura y la literatura son herramientas poderosas para explorar y expresar emociones difíciles de forma constructiva​.
  1. Modelaje y ejemplo por parte de los educadores: los docentes y adultos deben ser ejemplos de regulación emocional ya que, cuando los estudiantes ven a sus profesores gestionando situaciones de estrés o conflicto de manera calmada y empática, tienden a replicar esas conductas en sus propias interacciones​.
  1. Fomentar el aplazamiento de recompensas: practicar actividades donde los niños deban esperar para recibir una recompensa refuerza su autocontrol y paciencia. Esto se asocia, como muestra el “Test de la golosina” de Walter Mischel, con una mejora en el rendimiento creativo y la resiliencia en el desarrollo infantil​.
  1. Desarrollo de espacios de diálogo emocional: crear espacios en el aula donde los estudiantes puedan expresar sus emociones y recibir apoyo emocional fomenta la reflexión. Actividades como el “rincón de la calma” o mesas de diálogo, ofrecen un ambiente de seguridad donde se refuerza la capacidad de autorregulación.
  1. Ejercicios de mindfulness y atención plena: estas prácticas ayudan a los estudiantes a reconocer sus emociones y reaccionar de forma más consciente, lo cual es particularmente útil para mantener el foco y la calma en momentos difíciles.

Por todo ello, los centros educativos deben apostar por programas que desarrollen la regulación emocional de forma sistemática, continuada y desde edades tempranas. Los programas que priorizan esta habilidad dotan a niños y adolescentes de herramientas fundamentales para enfrentar los retos de la vida, promoviendo su creatividad y resiliencia. Así pues, crear espacios de aprendizaje donde se valore tanto la inteligencia emocional como la creatividad, prepara a los estudiantes para el futuro y les aporta las habilidades necesarias para ser adultos funcionales, resilientes y capaces de contribuir a una sociedad más creativa y equilibrada. Buen ejemplo de ello es el Programa Educación Responsable de la Fundación Botín, que implicando a docentes y familias, promueve el desarrollo emocional, social y creativo de niños, niñas y adolescentes, conformando la mayor red internacional de centros educativos para la educación socioemocional.



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