Aportar nuestra gota de colaboración para proteger “el bien común que nos une a todos”: el agua

Un gesto tan sencillo y cotidiano como abrir los grifos de nuestra casa y que salga agua para beber, cocinar o ducharnos es algo impensable para unos 2.000 millones de personas en el mundo.

En los países occidentales disponemos de redes de saneamiento que traen el agua potable hasta nuestros hogares y se llevan las aguas residuales de forma segura e higiénica. Pero gran parte del planeta no tiene tanta suerte. La ausencia de estas infraestructuras provoca anualmente 1.4 millones de muertes y acorta la vida de más de 74 millones de personas.

En 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas se propuso solucionar este problema, convirtiéndolo en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 (ODS 6) de la Agenda 2030 y asignándole una serie de metas:

  • Acceso universal y equitativo al agua potable.
  • Acceso a servicios de saneamiento e higiene adecuados.
  • Mejorar la calidad del agua reduciendo la contaminación.
  • Reducir los vertidos y las aguas residuales sin tratar.
  • Mayor eficiencia de los recursos hídricos y sostenibilidad en la extracción y el abastecimiento de agua dulce.
  • Cooperación transfronteriza.
  • Proteger y restablecer los ecosistemas relacionados con el agua.
  • Ampliar la cooperación internacional y el apoyo a los países en desarrollo en materia hídrica.
  • Secundar la participación de las comunidades locales en la mejora de la gestión del agua y el saneamiento.

Sin embargo, ocho años después, la situación sigue estancada (apenas ha aumentado del 70% al 74% el porcentaje de población mundial que cuenta con un abastecimiento seguro de agua) y se estima que, al ritmo actual, en 2030 se llegaría al 81% de la cobertura mundial, manteniendo sin acceso al suministro de agua potable a 1.600 millones de personas.

El agua es esencial para la vida, pero actualmente se encuentra en riesgo. Se estima que en los próximos 30 años la población mundial pasará de los 8.000 millones actuales a los 9.700 en 2050. En ese mismo periodo, la demanda de agua se incrementará en un 55 %, principalmente en el sector industrial, pero también en la producción eléctrica y el uso doméstico.  Estos factores, sumados al cambio climático, provocarán que más de 5.000 millones de personas sufran estrés hídrico, al menos durante un mes al año (vs. 3.600 millones actuales)

Años de mala gestión, abuso y contaminación de las reservas de agua dulce y acuíferos han dañado los ecosistemas hídricos, perjudicando, al mismo tiempo, la provisión de alimentos, las actividades económicas y la propia salud humana. En los últimos 300 años la acción humana (drenaje, conversión de tierras…) ha hecho desaparecer más del 85% de los humedales del planeta. Asimismo, desde 1970, el 81% de las especies de los humedales continentales se ha reducido y un número cada vez mayor se enfrenta a la extinción.

Por todos estos motivos, a finales del mes de marzo se celebró en Nueva York la  Conferencia de la ONU sobre el Agua 2023, que reunió a los principales líderes políticos, financieros, civiles, académicos, científicos y corporativos con el objetivo de acelerar los avances en el ODS 6. Durante el acto de clausura, el Secretario General de la ONU, António Guterres, se refirió al agua como “el bien común que nos une a todos” y destacó su estrecha conexión con el “desarrollo sostenible, la lucha contra la pobreza, las estructuras alimentarias, la generación de empleo, el progreso, los derechos humanos y la igualdad de género”. De ahí la imperiosa necesidad de que su gestión y conservación ocupe un lugar central en la agenda política mundial”.

Guterres planteó algunos ejemplos de innovación, como el diseño de un nuevo sistema mundial de información para la toma de decisiones informadas acerca de la administración del agua o la rápida reacción ante posibles catástrofes, así como desarrollo de estructuras alimentarias alternativas para fomentar una utilización más sostenible del agua en la agricultura.

Pero eso es solo el principio, ya que durante la conferencia se acordaron unos 700 compromisos, que incluyen planes como la puesta en marcha de capacidades o la optimización de las infraestructuras para hacerlas más resilientes.   

Sin embargo, la titánica tarea de resguardar este bien tan preciado no es solo responsabilidad de los dirigentes, sino que requiere de la colaboración de todos los miembros de la sociedad: instituciones, ciudadanos, empresas…

Sequía en España

La disponibilidad de agua es clave para todos y eso se nota aún más cuando el recurso escasea, como puede ocurrir en épocas de sequía. Varias regiones de España llevan más de un año en situación de sequía meteorológica, siendo especialmente severa en parte de Cataluña, y de las cuencas del Guadalquivir y del Guadiana. Actualmente, los embalses se encuentran al 50% de su capacidad, cuando la media de los últimos 10 años para esta semana era del 67%. Sin embargo, el problema no reside solo en unas precipitaciones por debajo de la media histórica.

El uso intensivo de los recursos hídricos disponibles, el aumento de la temperatura que conlleva una mayor evapotranspiración por parte de las plantas (cultivos, bosques), la degradación de los ecosistemas acuáticos y la contaminación de ríos y acuíferos generan estrés sobre la disponibilidad de agua en cantidad y calidad, estrés que se hace más acuciante durante periodos de sequía.

Algunas medidas esenciales para garantizar la disponibilidad del agua durante las sequías son:

  • Proteger en todo momento las fuentes de agua (ríos, acuíferos, lagos, embalses, manantiales) de la contaminación y de la degradación ambiental
  • Reducir en lo posible los volúmenes de agua asignada a los distintos usos en época de normalidad, para reducir la presión sobre los recursos hídricos disponibles.
  • Seguir aplicando los Planes Especiales de Sequía, que son una herramienta fundamental para estructurar las actuaciones en caso de sequía
  • Favorecer la participación de todos los usuarios y los grupos de interés en los Comités de Seguimiento de Sequía de las Demarcaciones.
  • Donde la situación sea de alerta o emergencia, reducir las asignaciones de agua al regadío y otros usos, priorizando la supervivencia de las plantaciones de frutales y cultivos de mayor valor económico y social
  • Realizar campañas que lleguen a todos los ciudadanos sobre la importancia de hacer un buen uso del agua y de evitar el desperdicio de alimentos y bienes, que han requerido grandes cantidades de agua para ser producidos.

Observatorio del Agua de la Fundación Botín

Desde la Fundación Botín queremos aportar nuestro granito de arena – o más bien nuestra gota de agua – en la protección de los recursos hídricos y, por ello, en 2008 creamos el Observatorio del Agua. A través de este think-tank interdisciplinar participamos en los debates actuales y emergentes sobre la gestión del agua y difundimos nuevos conocimientos sobre la gobernanza y el uso sostenible de los recursos hídricos, dirigidos a la sociedad, en general, y a los gestores del agua, en particular.

Actualmente, nuestra labor se desarrolla en tres esferas de actividad:

  • Fomentar las metas de sostenibilidad planteadas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, acerca de los bienes de consumo y la conducta de los consumidores.
  • Colaborar en la mejora del estado de los ríos en España, progresando en la investigación de las alteraciones hidro morfológicas y la calidad de las aguas.
  • Impulsar la capacitación de profesionales del agua y la conciencia ambiental de los ciudadanos, en torno a los distintos aspectos de la gestión sostenible de los recursos hídricos.

La buena gestión del agua es como un gran océano en el que cada gota, cada acción, cuentan. Aportemos, cada uno, nuestra gota de colaboración.



Noticias relacionadas