Los deltas fluviales: donde los ríos y los sedimentos encuentran el agua salada

El paisaje es muy sugerente porque puede contener en un solo plano, la tierra, el mar y el cielo… Hay mucha agua, hay agua marina, hay agua de lagunas, está el agua del río. Muchas formas distintas y en un contacto muy muy íntimo de tierra y mar”. Así describe el paisaje del delta del Ebro la geóloga Marian Fregenal en el podcast “Entreguas: donde lo dulce encuentra lo salado”, dedicado a explorar las desembocaduras de los ríos y producido por el Observatorio del Agua de la Fundación Botín. Los deltas son un tipo particular de desembocadura fluvial que se genera cuando los sedimentos (arena, limo, arcilla) que transporta el río se van acumulando delante de la boca del río en el mar. Los sedimentos se van apilando debajo del agua hasta que llegan a emerger, creando una zona de tierra nueva que vista desde el aire tiene forma, a menudo, de abanico o triángulo, parecida a la letra griega Δ (delta), de ahí su nombre.

Según un estudio publicado en la revista Nature, en 2017 cerca de 339 millones de personas, el 4,5% de la población mundial, vivían en un territorio perteneciente a un delta fluvial, cuya área, en total, representa solo el 0,57% de la superficie emergida de la Tierra. Debido a su gran importancia y a las numerosas amenazas a las que están sometidos, los deltas han sido objeto del XII Rosenberg International Forum on Water Policy, una iniciativa de la Universidad de California. Expertos del Observatorio del Agua de la Fundación Botín han participado en la organización y celebración de esta edición del Foro, que ha tenido lugar en Ca Thô (Vietnam), considerada la “capital” del  delta del Río Mekong, bajo el título Managing River Deltas: Global and Local Perspectives.

Los deltas son unos sistemas complejos y dinámicos, cuya existencia es debida al equilibrio de varias procesos naturales y humanos que se contraponen. El agua dulce se encuentra con la salada y del resultado de esa mezcla entre el caudal del río y la entrada del agua marina crea una serie de ambientes muy singulares propicios para muchas especies, alimentadas por la riqueza de nutrientes que transportan los ríos. La estabilidad geológica del delta es el resultado de la descarga de sedimentos transportados por el río y el batido del mar y las mareas que se los llevan. Los deltas han sido también asentamientos humanos desde milenios, por la fertilidad de las tierras, la riqueza de los ríos y el acceso al mar.

El XII Foro Rosenberg se centró en el estudio del delta del Mekong, pero también analizó deltas de otros ríos – Paraná, Amazonas, Sacramento-San Joaquín y Nilo – para aprender de la variedad de desafíos a los que se enfrentan.

El delta del Mekong tiene una superficie aproximada de 40.900 km2, donde viven unos 17 millones de personas. Se encuentra en la desembocadura del Mekong, que es el río más largo del Sudeste Asiático y el 12º del mundo, con una longitud de 4.900 km, y una cuenca hidrográfica de 790.000 km².  El caudal medio del río Mekong en la desembocadura es de 15.000 m³/s y de hasta 39.000 m³/s en crecidas. Para hacernos una idea de su caudal, el Mekong descarga en un año un volumen de agua casi 30 veces superior al del Ebro y 6 veces más que el Nilo. Nace en la Meseta Tibetana a más de 5000 metros de altura y desemboca en el Mar de China Meridional, recorriendo China (curso alto, llamado Lancang Jiang), Myanmar (Birmania), Laos, Tailandia, Camboya y Vietnam, donde forma su delta.

El Delta del Mekong es un ecosistema amenazado por el cambio climático y por las actividades antrópicas que se desarrollan tanto en el propio delta como en lo que sucede aguas arriba en todo el recorrido del río y sus afluentes. La puesta en funcionamiento de más de 300 embalses en el Mekong y sus tributarios ha transformado de manera fundamental la estacionalidad, alterando el funcionamiento natural del río: los niveles bajos de la estación seca aumentan y los picos de la estación húmeda disminuyen. La continuidad del transporte de sedimento se ha interrumpido: las cargas de sedimentos en suspensión han disminuido y la extracción de arenas se ha intensificado en los últimos años. Gran parte de los sedimentos que debería llegar al delta y al mar quedan almacenados en el fondo de los embalses. En el delta la masa de agua marina que sube por el río en la desembocadura (“tapón salino”) ahora se encuentra más tierra adentro que en 1985, debido a que la regulación del río por las presas reduce el volumen de agua dulce que debería contrarrestar la subida del agua de mar. Además, el terreno del delta se está hundiendo (subsidencia) por falta de aporte de nuevos sedimentos y el cambio climático ha reducido las precipitaciones en toda la cuenca entre un 10 y un 20%.  A esto se suman problemas de calidad del agua, pérdida de biodiversidad y los extremos hidroclimáticos —sequías, inundaciones y tormentas— que afectan gravemente los sistemas ecológicos y productivos. Estos impactos se intensifican en contextos donde la expansión urbana, la intensificación agrícola y la degradación de hábitats incrementan la vulnerabilidad social y económica, especialmente en comunidades rurales dependientes de los recursos del delta.

La gestión de los deltas enfrenta serios desafíos debido a la fragmentación institucional, la falta de coordinación entre sectores y la escasa participación comunitaria, agravados por limitaciones financieras, lo que reduce la eficacia de las políticas ambientales. La experiencia internacional muestra que es necesario tratarlos como sistemas integrales, desde la cabecera del río hasta el océano, promoviendo la cooperación transfronteriza, la integración de soluciones basadas en la naturaleza, la gobernanza adaptativa y la equidad para garantizar sostenibilidad. Para avanzar hacia una gestión efectiva se requiere fortalecer la gobernanza de cuencas, integrar la planificación de tierra, agua, energía y alimentos, restaurar procesos ecológicos clave, garantizar derechos sociales y acceso a recursos, movilizar financiamiento estable y desarrollar capacidades locales mediante colaboración internacional y formación técnica especializada.



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