La salud mental de los agentes educativos

Tomás Navarro, psicólogo, escritor y consultor de salud mental y bienestar emocional para empresas e instituciones.

Cuando estamos educando no solo estamos impartiendo clase, también pensamos y sentimos. Sí, sentimos. Sentimos todo el repertorio de emociones que nos hacen ser humanos.

Nos frustra no conseguir objetivos, nos frustran las órdenes contradictorias, las incoherencias y los tratos de favor… nos desesperamos ante la actitud de determinados compañeros que condicionan los resultados de toda la clase o centro educativo.

¡Somos humanos!, y cuando aguantamos demasiado solemos explotar con la primera persona que pasa por delante, con ese compañero de trabajo que no se lo merece, con ese alumno que solo quería solucionar su problema o con esa clase que tenía el día revoltoso.

La fatiga acumulada se transforma en fallos y los fallos se transforman en quejas y malos resultados de nuestros alumnos. Nos cuesta dormir y llegamos al trabajo más irritables y menos tolerantes; nos cuesta más compartir varias horas al día con nuestros compañeros y alumnos.

Toda esta tensión acumulada acaba provocando conflictos en el claustro, en el aula y en casa, y entramos en una especie de espiral viciosa que nos complica el día a día, el carácter, el humor y la vida.

Necesitamos cuidar a nuestra clase y a nuestros compañeros, pero también a nosotros mismos. Se trata de mejorar la salud emocional de nuestros equipos, de no tener más tensión de la necesaria, de mirar todos hacia el mismo objetivo y de tener recursos para poder gestionar el día a día en el aula y con el claustro.

La gran noticia es que somos más fuertes de lo que creemos, que podemos entrenar determinadas competencias, como la agilidad y la flexibilidad, y que tenemos más recursos de los que creemos. Trabajemos juntos. A nuestro cerebro le sienta bien la colaboración. Los niveles de cortisol disminuyen cuando colaboramos, trabajamos mejor y nos sentimos abrigados, protegidos e impulsados. Cuidémonos, tengamos una mirada amable, seamos comprensivos y demos el apoyo que todos necesitamos y buscamos. No hay nada tan gratificante como ver el resultado final de un equipo que colabora.

Es importante tener siempre presente que también nosotros podemos ser generadores de conflicto. Por eso, nos debemos de ocupar de promover un clima de calma y estabilidad que pueda compensar un entorno tan inestable. Cuidemos unos de otros.

Apuesta por el bienestar, por el cuidado. Crea espacios para descargar tensiones, para darle una salida constructiva a tus emociones; momentos para hablar, para fomentar el compañerismo y para compartir nuestros miedos y fantasmas. Podría seguir y seguir con más pautas y consejos, pero lo más importante es que tomes la firme determinación de incorporar el concepto de salud mental a tu vida y en tu trabajo. Cuida de tu equipo, promueve un entorno laboral saludable, no pierdas tu humanidad ni tu sensibilidad y nunca olvides que estás trabajando con personas, con alumnos, con niños que, como tú, hacen, piensan y sienten… sobre todo sienten.



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