Desde siempre, el arte ha sido una parte integral de la identidad del ser humano que se ha utilizado no solo como una forma de entretenimiento, sino también como un medio para explorar y entender todo aquello que sentimos. Desde la pintura hasta la escultura, pasando por la música y el teatro, el arte ofrece un espacio donde poder identificar, comprender, gestionar y expresar nuestras emociones.
A lo largo de los siglos, artistas de todas las disciplinas han utilizado su trabajo para comunicar sus pensamientos y experiencias, convirtiéndose en poderosos portavoces de sus épocas. Ya sea a través de la pintura, la escultura, la música o el teatro, el arte permite a las personas expresar lo que muchas veces es difícil de verbalizar. Por ejemplo, Leonardo da Vinci, a través de su maestría en la pintura y la escultura, expresó su curiosidad y visión del mundo en obras icónicas como la Mona Lisa; o Vincent van Gogh, quien, con su uso emotivo del color, transmitió sus luchas internas y su percepción única de la realidad en obras como La noche estrellada. De la misma manera, Frida Kahlo, mediante sus autorretratos cargados de simbolismo, exploró su identidad y sus vivencias personales, convirtiéndose hoy en un ícono del arte feminista.
En lo relativo a la música, Beethoven, a pesar de su falta de audición, logró plasmar a través de sus sinfonías su búsqueda de la libertad en obras como la ‘Novena sinfonía’. También Aretha Franklin, con su inigualable talento vocal, supo proyectar fuerza y resiliencia, especialmente en su emblemática canción ‘Respect’.
El arte y las emociones van de la mano
El arte no solo beneficia a quienes lo crean, sino que también genera una profunda conexión emocional con el público. Al interactuar con las obras, las personas pueden experimentar aquellas emociones expresadas por los artistas -o las suyas propias- estableciendo un vínculo que trasciende las barreras del tiempo y el espacio. Un ejemplo de ello es El grito de Edvard Munch, una pintura capaz de expresar la ansiedad y la angustia humana y, por tanto, despertar una potente respuesta emocional en quienes la observan.
Tanto es así, que la psicología ha estudiado el vínculo existente entre el arte y las emociones, revelando cómo las obras de arte -ya sean plásticas, cinematográficas o musicales- y las emociones que están nos provocan, conectan con las experiencias de cada persona que las vive y por lo tanto con su percepción del mundo. Por ejemplo, cuando escuchamos una pieza musical, como la icónica canción ‘What a Wonderful World’ de Louis Armstrong, que transmite alegría y optimismo, solemos experimentar estados de ánimo reconfortantes. Lo que nos lleva a un aprendizaje personal derivado de la introspección que provoca y al mismo tiempo nos proporciona un sentido de comunidad comprensión de los demás. Es decir, aprendizaje interpersonal.
Así como el arte nos conmueve, las emociones que experimentamos son la chispa que enciende la creación de grandes obras artísticas. Conscientes de ello, la Fundación Botín, junto a la Universidad de Yale, además de estudiar cómo desarrollar la creatividad a través de las artes y de las emociones que estas generan, también investiga y estudia con detalle el papel de las emociones en el proceso creativo, dando como resultado un modelo teórico que explica cómo y por qué inciden en nuestra creatividad. Las teorías son llevadas a la práctica a través de cursos, talleres y experiencias en el Centro Botín con los que se desarrolla la capacidad creativa de niños, jóvenes, adultos y familias a través de las artes. El impacto en el desarrollo de habilidades emocionales y creativas de las personas que participan en estos programas se ha medido obteniendo muy buenos resultados.
Tal y como recoge el informe Artes y emociones que potencian la creatividad de la Fundación Botín, bailar disminuye en un 76 % el riesgo de desarrollar alzhéimer en personas mayores de 75 años. Si practicamos juegos teatrales aumentaremos la confianza en nosotros mismos, la empatía, la concentración, las habilidades comunicativas y mejoraremos nuestra memoria. También se ha demostrado que aquellos que siguen el camino creativo de la música suelen ser buenos en pensamiento lógico-matemático.
Cómo trabajar las emociones a través del arte
Expresarse a través del arte proporciona un espacio seguro para explorar emociones complejas y liberar tensiones internas. Para ello, es fundamental establecer un espacio creativo que nos inspire y nos haga sentir cómodos. Y es que, un entorno bien organizado, atractivo y libre de juicios estimula la imaginación y permite explorar nuestras emociones con libertad.
Otro consejo es no limitarse a un único medio artístico. Mientras que la pintura y el dibujo son excelentes para expresar emociones de forma visual, la fotografía captura momentos y emociones a través de la lente, ofreciendo perspectivas diferentes de la realidad. La escritura, por su parte, permite estructurar pensamientos y emociones complejas, facilitando la reflexión propia y la comunicación con los demás. Y, si nos cuesta poner palabras a lo que sentimos, la música y la danza nos permiten expresarnos con libertad y comunicarnos a través del ritmo y el movimiento.
Llevar a cabo un proceso creativo nos permite conocernos más y al mismo tiempo desarrollar nuestra creatividad. Crear nos hará vivir diversas emociones como la incertidumbre de no saber por dónde empezar, la frustración por no conseguir plasmar las ideas que tengo en mente, y la felicidad y satisfacción de haber conseguido el reto propuesto. Es por ello por lo que el arte es un campo de experimentación perfecto en el que desarrollar nuestras habilidades emocionales y creativas de forma segura.
Permitir que las emociones fluyan durante el proceso creativo es clave. Recuerda que tu creación no tiene que ser perfecta; el objetivo es permitirte sentir. Al crear, no te preocupes por el resultado final o por cumplir con ciertos estándares. Permítete ser vulnerable y expresar lo que realmente sientes. Si estás pintando, por ejemplo, elige los colores que te apetezcan, sin preocuparte por la composición o la técnica. Este enfoque te ayudará a liberarte y a conectar más profundamente contigo mismo.
Es importante resaltar que, a medida que aprendemos a trabajar las emociones a través del arte, descubrimos no solo un medio para la autoexpresión, sino también una herramienta valiosa para el crecimiento personal y el bienestar emocional. Así, el arte se convierte en un puente que une experiencias y emociones, enriqueciendo nuestra vida y fortaleciendo nuestra conexión con los demás.
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