La Fundación Botín. Su influencia en mi trayectoria científica

Conseguí la beca de la Fundación Botín cuando estudiaba Ciencias Físicas en la Universidad de Cantabria y recuerdo con orgullo cuando nos acercábamos a recoger el reconocimiento en el gran salón de la calle Pedrueca.

Años después, ya habiendo aprobado la oposición de Técnico Facultativo Superior en el Instituto Español de Oceanografía (IEO), tuve la oportunidad de ir a estudiar a EEUU. Mi marido consiguió una beca Fulbright, el IEO me concedía una licencia por estudios y solicité a la Fundación Botín ayuda para la realización de un Master en el Massachusetts Institute of Technology, el famoso MIT. La fundación Botín me subvencionó la matrícula y así cursé el Master en Oceanografía en el MIT, que marcaría mi trabajo futuro. Dos cursos académicos y un verano para toma de datos y trabajar la tesis del master.

La Tesis del Máster consistió en al análisis de información de la sección oceánica A-5 del Experimento Global de Circulación Oceánica (WOCE) y España colaboró con esa campaña que se desarrolló entre Canarias y Miami, ruta cercana al viaje de Colón, cuyo V Centenario se celebraba aquel año 1992. Embarcamos en el buque Oceanográfico Hespérides, de reciente construcción, y bajo la dirección del IEO y la colaboración de la Woods Hole Oceanographic Institution (WHOI) se partió de Canarias a finales de Julio de 1992, cruzando el Atlántico tomando muestras de las aguas de la superficie hasta el fondo marino, en estaciones oceanográficas hasta el estrecho de Florida.

La comparación de esos datos adquiridos en la campaña de 1992 con dos campañas previas realizadas en 1959 y 1981 nos dio la oportunidad de demostrar, por primera vez, que el océano profundo se estaba calentando. Hasta esas fechas, únicamente se había demostrado, que se calentaba la capa oceánica más superficial. Este magnífico resultado formó parte de la tesis del máster y fue un gran acontecimiento, se publicó en la prestigiosa revista Nature (Parrilla et al, 1994) y se comenzó a hablar del Cambio Climático en el Océano. Fuimos colaboradores del Panel Internacional del cambio climático (IPCC), organismo a quien se le concedió el Premio Nobel de la Paz en 2007, lo que nos llenó de orgullo.

Ampliamos el trabajo sobre el cambio climático en la zona Subtropical del Atlántico Norte y con todo ello presenté mi tesis doctoral en la Universidad de Cantabria con la calificación de sobresaliente cum laude; seguí trabajando muchos años más en el cambio climático en la costa Cantábrica en el Centro Oceanográfico de Santander del IEO. La preparación y los contactos conseguidos en el MIT fueron determinantes en el desarrollo de mi carrera científica.

Constituimos una serie histórica con muestreo mensual en barcos oceanográficos, montamos una antena de teledetección y fondeamos una boya océano-meteorológica, denominada Augusto González de Linares (AGL), en honor a nuestro fundador.

Una buena parte de estas actividades tuvieron el apoyo de la Fundación Botín, nos financiaron proyectos en la sección Eduardo Fernández de Miguel, proyectos de teledetección y de la radial de Santander, que presentábamos anualmente en el salón de actos de la Fundación. Fui miembro, y presidente en algunos periodos, de distintos Grupos de trabajo internacionales, del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES) o de EuroGOOS, y colaboré con proyectos europeos. La Fundación Botín nos apoyó facilitándonos el local de celebración cuando organizaba una reunión internacional y nos apoyaron con financiación cuando organicé el Simposio Decadal de Variablildad climática del ICES en 2011.

Mi carrera continuó tomando responsabilidades en el IEO donde he sido Jefa de Área de Medio Marino y Protección Ambiental en el IEO en Madrid y finalmente Directora del Centro Oceanográfico de Santander del IEO del 2012 hasta la jubilación en el 2020.

Siempre mantuve estrecha relación con la Fundación, a la que siempre me he considerado vinculada y fui miembro de la directiva de la Asociación de becarios de la Fundación.

Creo que la Fundación Botín ha sido una constante en mi vida laboral y desde estas líneas quiero mostrar mi agradecimiento, además de contarlo a otros becarios que les pueda ser de utilidad contar con la fundación, expresar sus necesidades y ver si se pueden coordinar o como pueden ser de ayuda y como la fundación también se puede beneficiar de las experiencias de sus propios becarios.

Realmente, 2000 becarios, es una importante cantidad de buenos estudiantes en su origen y ahora de buenos profesionales e investigadores. Es un orgullo pertenecer a ese colectivo en Cantabria y sin duda puede ser una magnífica red de conocimiento. Creo que las nuevas iniciativas son una forma de organizar un vínculo entre becarios, sin duda importante en estos tiempos.



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