La experiencia y la actitud ambiental de los jóvenes se desarrollan en el contexto social y cultural en el que se socializan. Por ello, ante la preocupación creciente en España por el medioambiente, resulta lógico que los más jóvenes también reproduzcan una actitud de cierta consternación por el tema. El desarrollo económico y social que la humanidad ha vivido en los últimos siglos ha dejado una huella negativa en el medioambiente, y las consecuencias de la sobreexplotación de los recursos, el calentamiento global y el cambio climático ya se están haciendo sentir.
La “Gen Z”, o lo que es lo mismo, aquellos jóvenes nacidos a partir de 1995, manifiestan su preocupación por todo esto, pues consideran que el medio ambiente es un tema que les afecta de manera especial. Ellos han sido testigos de cambios significativos en la sociedad y han desarrollado una mayor conciencia sobre ciertas cuestiones sociales, como los derechos civiles, el medio ambiente, la igualdad de género o la salud mental. Esta mayor conciencia ha incentivado su participación en causas sociales, pero relacionándose con ellas y con el sector social en general de una forma distinta a la de sus padres o abuelos.
Según ‘La relación de la Gen Z con el tercer sector’, un estudio desarrollado por la Fundación Botín junto a Darwin & Verne Mazinn, Flecher.co y Work for Social para analizar las causas sociales que más preocupan a la generación Z, los jóvenes manifiestan estar muy concienciados con el medioambiente pero, al mismo tiempo, admiten que sólo realizan acciones favorables a su conservación en problemas muy concretos (el reciclaje en particular) o en momentos puntuales.
Así, no existe una relación proporcional ni coherente entre, por un lado, el conocimiento y la actitud favorable al medio ambiente y, por otro, su actuación cotidiana para resolver los problemas de los que son conscientes. Esto se debe, según el mismo estudio, a que la sostenibilidad ambiental implica un equilibrio entre el desarrollo económico y social, y el cuidado y la protección de la naturaleza, y los jóvenes inciden en que, si esta adaptación no es viable, no se debe realizar.
Aun así, se ha observado un aumento en la participación de los jóvenes en movimientos sociales, algo que se ve potenciado también por el uso de las redes sociales, que son un elemento de fuerza a la hora de llamar a la acción. Estos a menudo ejercen presión sobre gobiernos e instituciones para que tomen medidas más significativas en materia de sostenibilidad, participan en manifestaciones y forman parte activa en la toma de decisiones a través de procesos democráticos. Además, existe un interés creciente en carreras y oportunidades profesionales relacionadas con la sostenibilidad y la responsabilidad social. Muchos de estos jóvenes están impulsando iniciativas sostenibles propias y desarrollando soluciones innovadoras para abordar problemas ambientales.
También es importante tener en cuenta que los jóvenes son cada vez más conscientes de sus elecciones de consumo, optando por productos y servicios que se alinean con hábitos sostenibles. Esto se refleja en la preferencia por marcas y empresas que adoptan prácticas éticas y ambientalmente responsables, una tendencia también influenciada por una fuerte concienciación en redes sociales, que se han convertido en una de las principales fuentes de información para los “Z”.
La educación también desempeña un papel fundamental en la configuración de la conciencia y el compromiso de los jóvenes hacia la sostenibilidad, proporcionándoles las herramientas necesarias para comprender la importancia de cuidar el medioambiente y adoptar prácticas responsables en su vida diaria. Diversas instituciones educativas han respondido a esta necesidad incorporando temas ambientales en sus programas académicos, fomentando así una comprensión más profunda de los problemas ambientales y las soluciones posibles.
Por todo ello, en este contexto de creciente conciencia ambiental es crucial reconocer que la responsabilidad de la sostenibilidad no recae únicamente en la juventud, sino que constituye una tarea compartida entre todas las generaciones. A medida que tanto jóvenes como adultos reconocen la importancia del cuidado del medioambiente, surge la necesidad de una colaboración activa. La convergencia de esfuerzos entre instituciones – no sólo educativas -, empresas y ciudadanía adquiere un papel crucial en la superación de los desafíos que se avecinan. Un ejemplo destacado de este compromiso con la sostenibilidad lo vemos en el Observatorio del Agua de la Fundación Botín, un think Thank multidisciplinar que está muy presente e impulsa debates sobre la gestión de los recursos hídricos, trabajando para mejorar las políticas relacionadas con la protección del agua en España y colaborando así en la construcción de un futuro más saludable y sostenible.
En conclusión, a través de la educación y la participación activa en movimientos medioambientales, la generación Z está cultivando una mentalidad ecoconsciente y abogando por cambios tangibles en la política y la industria medioambiental. Su apasionado compromiso refleja no solo una responsabilidad hacia el presente, sino también una visión audaz y proactiva para preservar un futuro sostenible. En un mundo que demanda acciones urgentes, esta generación se erige como una fuerza impulsora clave, transformando la conciencia en acción y contribuyendo de manera fundamental a la construcción de un planeta más equilibrado y resiliente.
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