Con frecuencia, alumnos, profesores y padres nos vemos sometidos a una aceleración de nuestro tiempo que acaba reduciéndose a una secuencia inabordable de actividades diferentes que nos conducen a un estado permanente de cansandio y ansiedad. Sin embargo, el tiempo debe respetarse para dotarlo de significado, de narrativa y de sentido, respetando el ritmo natural de los procesos.
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