Por un modelo integral de investigación clínica

La investigación clínica es el motor que impulsa la innovación en salud y transforma la vida de los pacientes. Sin embargo, para que su impacto sea real y sostenido, es fundamental adoptar un modelo integral que abarque desde la identificación de necesidades clínicas hasta su resolución mediante la investigación en el laboratorio, y culmine en la transferencia efectiva de resultados a la práctica asistencial y al mercado, generando un impacto tangible en la sociedad. Este enfoque no solo mejora la calidad y relevancia de la investigación, sino que también acelera la llegada de soluciones innovadoras al paciente.

Instituciones de referencia mundial, como la Universidad de Pensilvania, han reforzado este tipo de investigación, especialmente en el ámbito oncológico, incorporando nuevos grupos y laboratorios. Esto les permite abordar el proceso de investigación desde la generación de hipótesis hasta la validación clínica y la transferencia de resultados. Una estructura de este tipo facilita la identificación de nuevas terapias y garantiza que las investigaciones respondan a necesidades reales, traduciéndose en mejoras concretas para los pacientes.

En Europa la tendencia dominante es avanzar hacia nuevos modelos, denominados Centros Oncológicos Integrales (Comprehensive Cancer Centers), que integran de forma estructurada la asistencia clínica, la investigación traslacional, la innovación tecnológica y la formación. Todo ello tiene como objetivo acelerar el acceso de los pacientes a los avances médicos y reducir desigualdades en el cuidado de la salud. España cuenta con varios de estos hospitales, entre ellos el Cancer Center de la Clínica Universidad de Navarra, el primer hospital no público reconocido con esta distinción.

Otro impulso europeo es la creación de centros de excelencia y redes clínicas transnacionales, como las Clinical Trial Networks y plataformas como la European Clinical Research Infrastructure Network. Estas redes facilitan la investigación internacional, el intercambio de conocimiento y la realización de ensayos clínicos a gran escala. Gracias a ellas, la evidencia científica se genera y aplica de forma más ágil y coordinada en distintos países.

Integración clínica e investigadora: un equipo multidisciplinar por el paciente

Un modelo integral parte de la detección precisa de necesidades clínicas no cubiertas. Este proceso exige un diálogo constante entre grupos de investigación y equipos clínicos, que en la práctica deben funcionar como un solo equipo. Los profesionales sanitarios, al estar en contacto directo con los pacientes, son quienes mejor pueden detectar carencias y oportunidades de mejora en tratamientos y diagnósticos.

La formulación de preguntas clínicas relevantes, usando estructuras como el modelo PICO (una herramienta clave para plantear preguntas de investigación de forma clara y precisa), es esencial para dirigir la investigación hacia problemas concretos y significativos para la práctica médica. Este ciclo continuo entre la clínica y el laboratorio garantiza que los proyectos tengan un impacto real, evitando la desconexión entre ambos mundos.

En los modelos más exitosos, la frontera entre clínicos e investigadores se diluye. Los equipos multidisciplinares —formados por médicos, investigadores y otros profesionales— se convierten en el núcleo de la innovación. Esta integración permite abordar los casos clínicos de manera integral, considerando no solo los aspectos biomédicos, sino también los biopsicosociales y comunitarios. Así, las soluciones desarrolladas resultan más completas y adaptadas a las necesidades reales de los pacientes.

Para que la investigación clínica tenga un verdadero impacto, es imprescindible contar con estrategias y canales eficaces para la transferencia de conocimiento y tecnología. En este contexto, la proximidad a empresas, inversores y otros actores del ecosistema innovador es crucial. Son estos agentes quienes pueden transformar los avances científicos en soluciones concretas. La transferencia efectiva exige no solo resultados científicos sólidos, sino también la capacidad de comunicar su valor social y sanitario, así como navegar los procesos regulatorios y comerciales para su adopción.

La creación de equipos de trabajo que integren a clínicos, investigadores, expertos en transferencia y otros stakeholders (empresas, inversores, asesores, asociaciones de pacientes) es esencial para maximizar el impacto de la investigación, ya que estos equipos permiten abordar los retos desde múltiples perspectivas y acelerar el proceso de innovación, desde la idea inicial hasta su aplicación clínica.

Terapias avanzadas: del laboratorio al paciente

En los últimos años, la investigación clínica ha impulsado el desarrollo y la aplicación de terapias celulares como las CAR-T, que han supuesto un cambio de paradigma para muchos pacientes con cánceres hematológicos avanzados o resistentes a tratamientos convencionales. Un ejemplo de esta evolución es el reciente acuerdo entre la Fundación Botín y la Universidad de Navarra para impulsar nuevas terapias avanzadas contra el cáncer. Esta alianza estratégica refuerza la colaboración entre la excelencia biomédica y el apoyo institucional y financiero necesario para acelerar la llegada de estas innovaciones a los pacientes.

Un caso emblemático de esta colaboración es el proyecto TranspoCart19, que une a la Clínica Universidad de Navarra (CUN), el Cima —su centro de investigación biomédica— y el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT). Esta alianza ha posibilitado el desarrollo de terapias avanzadas, combinando excelencia clínica y científica con el apoyo estratégico de la Fundación Botín. El resultado es una propuesta de valor que llega antes y mejor al paciente.

El objetivo último de cualquier modelo integral de investigación clínica debe ser el beneficio del paciente. Los hubs de terapias avanzadas, que agrupan capacidades clínicas, científicas y empresariales, son un ejemplo de cómo la colaboración y la integración pueden acelerar el desarrollo y la llegada de terapias innovadoras a quienes más las necesitan.

Apostar por modelos integrales de investigación clínica no es solo una cuestión de excelencia científica: es una estrategia clave para la sostenibilidad y competitividad de los sistemas sanitarios. Gobiernos y sistemas de salud están promoviendo estos ecosistemas colaborativos, conscientes de que la innovación en salud es un motor de desarrollo económico y social, además de una garantía de mejor atención para la ciudadanía.

En definitiva, solo mediante la integración real entre clínica e investigación, la identificación precisa de necesidades, la colaboración multidisciplinar y la transferencia efectiva de resultados, podremos transformar la investigación en valor real para el paciente y la sociedad.



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