Sin una gestión sostenible del agua no hay producción de alimentos

gestión sostenible del agua

Retos, impactos y soluciones para el futuro

La escasez creciente de recursos hídricos, la sobreexplotación de acuíferos, la contaminación, el aumento de la demanda y los efectos del cambio climático dificultan cada vez más el acceso seguro, equitativo y sostenible al agua. Este reto no solo compromete la salud de los ecosistemas, también pone en riesgo la base misma de nuestra alimentación.

La razón es que la agricultura depende, casi completamente, de su disponibilidad. Sin este recurso no hay producción de alimentos asequibles y saludables para todos. Por eso, avanzar hacia un modelo de gestión sostenible del agua no es solo una prioridad ambiental, sino también una condición imprescindible para garantizar la seguridad alimentaria, sostener el desarrollo rural y reforzar la resiliencia frente al cambio climático.

Retos actuales en la gestión del agua para la producción agrícola

El sector agroalimentario es, con diferencia, el mayor consumidor de agua dulce a nivel mundial: según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cerca del 70 % del agua dulce extraída a nivel global se destina a uso agrícola, con picos que superan el 90 % en algunos países en desarrollo. Estas cifras son el reflejo de una interdependencia clave: sin una gestión sostenible del agua es inviable sostener la producción de alimentos. En España, el 75 % de los recursos hídricos que manejamos los destinamos a la agricultura, un sector que ha crecido notablemente en los últimos años y que tiene un saldo exportador positivo de más de 15.000 millones de euros al año, convirtiéndose en una potencia global.

Sin embargo, los sistemas agrícolas modernos enfrentan numerosos retos en cuanto a disponibilidad, calidad y uso eficiente del agua, elementos clave para mantener la productividad agrícola y preservar los ecosistemas que la sustentan. Entre ellos:

  • Sobreexplotación de acuíferos: en muchas regiones la agricultura intensiva depende del agua subterránea, que se extrae a un ritmo superior al de recarga natural. Esto provoca el descenso de niveles freáticos y pone en riesgo la viabilidad futura de las explotaciones.
  • Contaminación difusa: el uso masivo de fertilizantes y productos fitosanitarios genera contaminantes que se filtran al suelo y alcanzan acuíferos y cursos fluviales, deteriorando la calidad del agua y afectando a la salud ambiental y humana.
  • Competencia entre usos: el agua disponible debe repartirse entre agricultura, abastecimiento urbano, industria y conservación de los ecosistemas. En contextos de escasez, esta competencia se intensifica, afectando especialmente al regadío y a la seguridad hídrica.
  • Pérdida de biodiversidad: la transformación de espacios naturales para usos agrícolas, junto con la alteración de regímenes fluviales, reduce la biodiversidad y limita los servicios ecosistémicos esenciales como la regulación hídrica o la fertilidad del suelo.
  • Falta de coordinación en la planificación: en muchos casos, las políticas hídricas y agrarias no están alineadas, lo que dificulta la protección del agua y la implementación de soluciones integradas y adaptadas a las características de cada territorio.

El impacto del cambio climático en los recursos hídricos

El cambio climático representa, en este sentido, un reto adicional para la gestión del agua en la agricultura. Altera los ciclos naturales del agua, provocando una menor disponibilidad de recursos hídricos, un aumento de sequías prolongadas o una mayor frecuencia de lluvias extremas que erosionan el suelo y dañan los cultivos.

Según el último informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), los impactos más severos del cambio climático estarán relacionados con el agua. En particular, regiones semiáridas como la cuenca mediterránea sufrirán una disminución significativa en la disponibilidad hídrica y un aumento de los sucesos extremos, afectando de manera desproporcionada a comunidades y ecosistemas vulnerables, y agravando la inseguridad hídrica. Estas alteraciones también afectan directamente la productividad agrícola, incrementan los costos de producción y agravan la inseguridad hídrica en zonas ya frágiles.

Agua y alimentación: una relación vital para el desarrollo humano

Responder a todos estos desafíos supone avanzar para el desarrollo humano. Garantizar un uso eficiente del agua en la agricultura, principal consumidor del recurso a escala global, es clave para producir más con menos, proteger los ecosistemas y, sobre todo, aliviar la presión sobre otros usos igualmente esenciales: urbano, industrial y ambiental.

Para responder a esta presión creciente sobre los recursos hídricos es necesario repensar el modelo productivo y avanzar hacia una agricultura sostenible y adaptada al cambio climático y a la variabilidad de los recursos hídricos disponibles. Esto implica no solo incorporar tecnología más eficiente, sino también fomentar prácticas adaptadas al entorno que mejoren la capacidad de los suelos para retener agua, reduzcan la contaminación difusa y diversifiquen los cultivos en función de la disponibilidad hídrica local.

La gestión del agua y la transformación del sistema agrario deberán abordarse, por tanto, de forma conjunta. Solo así será posible garantizar una producción de alimentos estable, reforzar la seguridad alimentaria y construir un modelo de desarrollo rural sostenible que responda a los desafíos actuales en la protección del agua. Todo ello, en un contexto de creciente presión ambiental y climática.

El papel del Observatorio del Agua de la Fundación Botín

En este sentido, el Observatorio del Agua de la Fundación Botín impulsa desde hace más de 15 años investigaciones y propuestas centradas en mejorar la gobernanza del agua desde una perspectiva científica, participativa y aplicada.

Durante 2025, el Observatorio ha reforzado su compromiso internacional a través de iniciativas como WalkingRivers, un evento global coorganizado con aliados de cinco continentes, en el que en su edición de 2025 ha convocado a 2.000 personas a caminar junto a 70 ríos para reflexionar sobre la protección del agua y su vínculo con la vida y la cultura. Además, ha convocado la undécima edición de los Premios a la Gestión Sostenible del Agua, unos premios que han atraído más de 350 candidaturas de procedentes de muchos países. En total, estos galardones han reconocido ya decenas de proyectos por su impacto en campos como la agricultura, la tecnología del agua, la planificación territorial, la acción colectiva o la educación ambiental.

Desde este espacio de conocimiento y colaboración, el Observatorio del Agua trabaja para que el papel central de este recurso en la producción de alimentos, el impulso de la agricultura sostenible, la salud de los ecosistemas o el futuro de nuestras comunidades ocupe el lugar que le corresponde dentro de las decisiones públicas y privadas. Una tarea imprescindible para enfrentar, con conocimiento y compromiso, los desafíos que tenemos por delante.



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