Actividades artísticas en la naturaleza para potenciar la creatividad

Cada vez comprendemos mejor el impacto positivo que la naturaleza y la creatividad tienen en la salud mental y física y en el bienestar. El propósito de este Curso de verano organizado por el Centro Botín era conocer cómo trabajar con la naturaleza que rodea al centro de arte para potenciar dichos beneficios y compartirlos con los participantes, en su mayoría procedentes de Cantabria pero también de otras partes de España. El Curso de verano abarcó tres jornadas temáticas durante las que se desarrollaron conferencias y actividades creativas centradas en el papel que la naturaleza tiene en la mejora de la salud, las emociones y la creatividad.

Durante la primera mañana, el Dr. Neil Ravenscroft y el Dr. Carles Castell Puig hablaron del deterioro de la salud mental y física que se asocia a lo que actualmente se conoce como “trastorno por déficit de naturaleza”. Hablaron del amplio abanico de espacios naturales que fomentan la salud, como los grandes parques urbanos o incluso una vista a un espacio verde desde la ventana o el balcón de un apartamento. Compartieron estudios que demuestran que las personas que viven en las proximidades de espacios verdes (bosques, campos o parques) y azules (mares, ríos o lagos) sufren menos ansiedad y tienen un índice de mortalidad inferior, algo que probablemente se deba a que tienen unos niveles de cortisol – la hormona del estrés – significativamente menores, así como la frecuencia cardiaca y la tensión baja. Los estudios también revelaron que el contacto con la naturaleza puede reducir las reacciones alérgicas y mejorar el funcionamiento del sistema inmune; de hecho, ya se ha demostrado que hacer ejercicio en entornos naturales puede mejorar las tasas de supervivencia de algunos tipos de cáncer. A continuación, Marta Marcos y Santiago González, educadores ambientales y ceramistas, enseñaron a los participantes cómo la cerámica es un medio para conocer la botánica que nos rodea creando preciosas piezas de cerámica a base de estampar en arcilla fresca hojas, plumas y semillas, un ejercicio gracias al que comprobaron de primera mano cómo podemos aliviar el estrés combinando la naturaleza y la creatividad.

Andy Middleton, especialista en impacto ambiental, compartió con los asistentes cómo el contacto con la naturaleza nos ayuda a centrarnos en las cosas más relevantes con las que tenemos que lidiar. La clave para conseguirlo es cambiar nuestra relación con la naturaleza y una manera de hacerlo, por ejemplo, es utilizar verbos en lugar de sustantivos para describir los elementos naturales. A través del ejercicio que planteó Andy, el grupo renombró la naturaleza que nos rodea, imaginando nuevos nombres como “devorador de sol”, “portador de lluvia”, “lugar en el que se habita”. A través de estos encuentros, el grupo comenzó a comprender qué podemos – y qué debemos – aprender de la naturaleza para afrontar de formas diferentes los desafíos que surgirán a lo largo de nuestra vida, en lo que respecta a la salud, a las relaciones personales o al trabajo. Eugenio Ampudia, artista conceptual, demostró esta posibilidad compartiendo con los participantes cómo expresa de forma artística la destrucción de la naturaleza y del entorno ofreciendo opciones creativas para ello. Según él, solo si miramos de forma horizontal a la naturaleza podremos reconectarnos con ella y pensar en un futuro bueno para todas las especies. Por su parte, Mauricio Ávila, músico y lutier de instrumentos naturales, aprovechó la fresca mañana para llevar a cabo una meditación guiada utilizando instrumentos naturales e incorporando los sonidos provenientes de la naturaleza que rodea al Centro Botín.

El último día, durante su ponencia y actividad práctica, Aonghus Gordon, director de la Fundación Ruskin Mills, aunó todos los temas demostrando la capacidad de las actividades creativas para proporcionar a jóvenes excluidos de la sociedad un medio con el que expresarse. Aportó numerosos ejemplos de chicos y chicas que han encontrado formas de expresarse trabajando la madera, el metal y el cristal y han desarrollado su vida profesional trabajando con animales y plantas, o en un huerto, y se han reintegrado en la sociedad. Mientras explicaba este proceso, animó a los participantes a empezar a pensar en sus manos como un “cerebro externo” que les ayude a participar y a comunicarse de formas nuevas y creativas conectando la mente con el cuerpo y con el mundo que les rodea.

El curso inspiró muchas ideas y nuevas formas de pensar, especialmente en lo que concierne a nuestras obligaciones con la naturaleza y con las generaciones futuras. Fueron conscientes de los beneficios físicos y mentales de estar en contacto con la naturaleza, en particular durante etapas con mucho estrés o mala salud. Dedicar tiempo a observar la naturaleza, reconectarnos con ella y aprender de la misma no solo contribuirá a mejorar nuestra salud, también nos permitirá estar mejor preparados a la hora de afrontar los retos a los que sin duda nos enfrentaremos individualmente y como sociedad.



Noticias relacionadas